Ir al contenido principal

Análisis del Preludio para clarinete solo de Krzysztof Penderecki

***Análisis musical***


Krzysztof Penderecki es uno de los compositores vivos más reconocidos en el ámbito de la música académica del siglo XX. Nació en Polonia en 1933 en un contexto histórico de guerra y conflicto mundial que influyó de manera especial en sus composiciones y su forma de abordar la música. La Trenodia para las víctimas de Hiroshima y La Pasión según San Lucas son dos ejemplos que dan cuenta de esto; el mismo compositor se refiere a la música como una fuente de esperanza tras las tragedias sucedidas en el Siglo XX, tales como el holocausto y las Guerras Mundiales.

[...]sin Bach nunca podría haber escrito mi pasión. [...] Tomé el arquetipo de la Pasión, para expresar no sólo el martirio y la muerte de Cristo, sino la crueldad de nuestra propia era, el martirio de Auschwitz. A través de la tensión y el drama de la música, quise arrastrar al público al centro de los eventos, como sucedía en el caso de los mystery plays medievales, donde nadie quedaba al margen. Restaurar la dimensión sacra de la realidad es la única manera de rescatar a la gente. El arte debería ser la fuente de esa difícil esperanza”. (Penderecki, citado en Abras, 2011)

Los primeros periodos musicales de Penderecki tuvieron gran influencia de compositores como Igor Stravinsky, Stockhausen y Pierre Boulez, así como de técnicas compositivas como el serialismo. Sin embargo, estos compositores y técnicas fueron, más que una influencia directa, un punto de partida para el desarrollo de su propio sonorismo (técnica de creación basada en la exploración tímbrica, dinámica, textural).

Penderecki no aceptaba ciertos parámetros seriales o indeterministas. Su sonorismo estaba basado en intereses electroacústicos y en la visión filosófica de dualidades y antagonismos de la vida. Un bien y un mal, una oposición binaria reflejada en la estructura y la construcción de sus obras en un periodo más tardío de su vida.

El Preludio para clarinete solo de Krzysztof Penderecki fue escrito en 1987 y dedicado al clarinetista Paul Patterson en su cumpleaños número 40. La pieza es una de las obras insignias del repertorio para clarinete porque supone un gran reto técnico e interpretativo para el instrumentista. Esto se debe al uso de técnicas extendidas y al carácter de la pieza, que, aunque parece libre y casi improvisatorio, es perfectamente simétrico y organizado, por lo que se puede caer fácilmente en una interpretación desacertada.


Análisis del Preludio para clarinete solo

La pieza está escrita sobre la base de la simetría y la oposición binaria en términos de intensidad, intervalos y tempo. El Preludio es una unidad que, como cualquier organismo vivo, presenta una dualidad que le da equilibrio y simetría. Esta es una fórmula natural y orgánica que Penderecki traduce a la música.

La obra está escrita sin indicación de métrica ni división de compases, lo que, de entrada, sugiere cierta libertad interpretativa.  Sin embargo, Penderecki no fue atraído por la idea de un “indeterminismo combinado con las fuerzas esotéricas actuando sobre un artista-medium” (Abras 2011), por lo cual es necesario entender que aquella libertad está restringida por los elementos rítmicos que son imprescindibles para la coherencia de la pieza.

La simetría del Preludio, de forma global, está enmarcada por tres elementos esenciales que generan, a la vez, una oposición de las partes y una unidad discursiva. A continuación se analizará cada uno de ellos para entender la pieza y para arrojar respuestas a una interpretación fiel de acuerdo al criterio y al estilo musical del compositor.

1. Simetría por medio de la relación interválica.


Todos los intervalos que aparecen a lo largo de la pieza dividen la octava en partes iguales: terceras menores y mayores, semitonos y tonos, y finalmente, tritonos. El tritono es el intervalo estructurador del Preludio, el que conecta los otros intervalos entre sí. Es la sonoridad más recurrente que caracteriza la pieza y le da, a su vez, unidad y tensión. La obra presenta una sección introductoria, un desarrollo y una especie de coda que retoma el primer material rítmico-melódico. El primer sistema de la pieza presenta solo dos intervalos: el semitono y la tercera menor; la disonancia y la consonancia. En otras palabras, es una dualidad representada en estas dos entidades musicales. A partir de esto, el intérprete podría hacer inflexiones (dinámicas o direcciones de frase) que resalten la diferencia entre ambos intervalos.



Gráfica No. 1: inicio del Preludio. Intervalos simétricos: consonancia y disonancia.


El desarrollo de la pieza se caracteriza por una aceleración del tempo y una serie de secuencias melódicas ascendentes sobre la base de los intervalos ya mencionados que conllevan a un punto climático. Este punto climático sucede en el sistema 11 y culmina con un glissando sobre el tritono Sol#-Do del registro sobreagudo del clarinete. Estas dos notas no solo son los picos agudos de la obra, sino que el Do es una de las notas más agudas que se utiliza normalmente en el repertorio de clarinete. Su llegada, además, se realiza mediante el glissando lo cual le da mayor fuerza y resalta el interés de Penderecki por explorar nuevos timbres y efectos sonoros que producen tensión por sí solos.

La gráfica siguiente es la referencia del sistema 11 donde se genera una secuencia en la que se superponen los dos intervalos del inicio: la tercera menor, en las dos semicorcheas de tresillo ligadas, y la segunda menor, en la tercera semicorchea de cada tresillo. El intérprete debe realizar un acelerando progresivo en toda la secuencia tratando de resaltar los dos intervalos superpuestos como si se tratara de dos voces, la de arriba como melodía y la de abajo como bajo.         En esta secuencia melódica se recomienda utilizar digitación abierta en las notas superiores para facilitar el cambio de dedos. El glissando debe ser paulatino e intenso.



Gráfica No. 2: sistema 11, punto climático de la pieza.



2. Relación de tempo y ritmo.

Como se evidencia en la primera gráfica, la pieza comienza con una indicación de carácter Lento sostenuto. La sensación de este carácter lento no solo lo da el tempo que escoge el intérprete para comenzar, sino que el compositor lo genera a través de los silencios de la frase. El hecho de que la primera y segunda nota estén separadas por cinco tiempos en silencio genera una sensación de libertad y de un pulso muchísimo más lento. En este caso, la interpretación debe ser acorde a lo que propone el autor. Los silencios hacen parte de la frase y generan no solo la conexión entre una nota y otra sino también una tensión. Además, los silencios son los que generan los diferentes acentos agógicos y las síncopas. Por esta razón, es indispensable que la energía del intérprete no decaiga en los silencios, que se mantenga la línea melódica a pesar de que no suene, que el clarinetista continúe prácticamente soplando (sin emitir sonido) mientras llega la siguiente nota y que, además, tenga supremamente claro cuáles son los tiempos fuertes para no distorsionar las frases.

Paulatinamente, el tempo de la pieza comienza a incrementarse a través de la disminución de las figuras rítmicas y la articulación de estas. Legato-staccatto, negras-corcheas-tresillos-semicorcheas-tresillos de semicorchea hasta que en la última parte del sexto sistema aparece la indicación de Poco a poco acelerando (ver gráfica No. 3). El nuevo tempo se mantiene hasta el clímax de la obra en el sistema número 11 y a partir del siguiente sistema vuelve a aparecer la indicación de Poco a poco al tempo I, sección en la cual se retoma el material melódico-rítmico del inicio. De esta forma, se evidencia una coherencia y simetría en el tempo de la pieza dividido en tres secciones: lento-rápido- lento. Simetría y dualidad a la vez.


Gráfica No. 3: sistema 6, aceleración del tempo y acumulación de tensión


La anterior referencia musical muestra cómo la aceleración a partir de la última parte del sistema 6 se da no solo mediante la indicación de tempo sino también a través de las figuras rítmicas y la articulación propuesta por el compositor: staccato. Asimismo, la gráfica No. 4 muestra la simetría entre las tres secciones con cambio de tempo, así como los compases donde se dan los cambios. Es una proporción de 6 sistemas-6 sistemas-3 sistemas, es decir que la relación habría sido completamente simétrica si la última sección también fuera de 6 sistemas.



Gráfica No. 4: representación formal de la obra y la función del tempo en su estructuración simétrica


Sin embargo, esta última sección de tres compases funciona como coda y retoma el material inicial solo que de manera incompleta e inversa. Mientras que el primer sistema comienza a acelerar los valores rítmicos a partir de una negra, la sección final comienza a desacelerar desde la corchea hasta la negra. Cambia la agógica y cambia el ritmo, pero se conserva el mismo material, incluidos los silencios. Esta es la oposición binaria a la cual Penderecki hace referencia. la repetición del material inicial funciona como una especie de coda en la cual no se retoma el material completo.


Gráfica No. 5: inicio del Preludio

 Gráfica No. 6: coda del Preludio, inversión de los intervalos y la figura melódico-rítmica del inicio.



Al igual que en el inicio, es necesario que el intérprete mantenga la tensión en los silencios del último sistema. Es de resaltar que la pieza no termina con la última nota sino con el último silencio de blanca que, además, tiene calderón. Por esta razón el clarinetista no debe bajar el instrumento o desemboquillar antes de que los tiempos en silencio culminen. Esto le da coherencia a la introducción y a la coda. Además, genera misterio e incertidumbre en el público.


3.  Simetría a través de las dinámicas

Al igual que la relación simétrica de tempo y ritmo, las dinámicas se desarrollan en las mismas tres secciones y con las mismas equivalencias. Donde es lento es piano, donde empieza la aceleración, inicia el crescendo, donde sucede el clímax es la máxima dinámica: ff y donde inicia la desaceleración, comienza el diminuendo hasta llegar de nuevo a la mínima dinámica: p. Estas son las mismas tres grandes secciones de contraste en las que se divide todo el Preludio. Teniendo esto en cuenta, el intérprete debe volver al mismo nivel de intensidad con el cual inició. Solo hay cuatro valores dinámicos escritos por el compositor: p, mf, f y ff. El crescendo se da a partir del mf, por lo que es indispensable que haya una clara diferencia entre estos tres últimos matices.  

La pieza va de lo mínimo a lo máximo y vuelve al mínimo. La última dinámica no es piano, es silencio de blanca con calderón. Si pensamos de forma metafórica según los aspectos que enmarcan la creación musical de Penderecki, podemos hablar del Preludio como un organismo con un ciclo de vida: inicia desde lo más pequeño, se desarrolla y crece a su punto máximo y, finalmente, inicia ese descenso rápido que culmina con un último halo de vida, un momento en el que impera el silencio, hasta que, inevitablemente, muere.











Referencias



Abras, Juan M. (2011) Aproximación a la estética de Penderecki. Revista del Instituto de Investigación Musicológica “Carlos Vega” No. 25. Buenos Aires.











Comentarios

Entradas populares de este blog

Tres piezas para clarinete solo - Blas Emilio Atehortúa

Análisis para la interpretación de las Tres piezas para clarinete solo Las Tres piezas para clarinete solo Op.165 No. 1 de Blas E. Atehortúa están estructuradas sobre la base de tres formas musicales barrocas desarrolladas con un lenguaje que se nutre de las técnicas compositivas y la estética característica tanto de la música tradicional, como de la contemporánea. Esta especie de sincretismo entre los procedimientos más tradicionales frente a las innovaciones técnicas y compositivas del siglo XX dan como resultado una estética musical nueva, definitivamente contemporánea, con una gran riqueza de elementos musicales pertenecientes a diferentes épocas, pero que se unen para presentar un resultado único y actual. La obra del maestro Blas Atehortúa nos recuerda que a partir de lo tradicional es posible innovar, renovar, actualizar. Es decir, que los modelos clásicos no se agotan, que hay infinitas posibilidades de reinventa

Son treinta ¡Salud!

Los treinta son esa edad en la que una supone que tendrá la vida prácticamente hecha. Así nos lo han hecho creer las tías y abuelas de una generación como la mía que creció con sus lecciones, trazándose metas que eran las de ellas mismas y no las nuestras, pero que debíamos cumplir para “ser alguien en la vida”: estar casada, tener el trabajo de los sueños, el cuerpo perfecto, haber viajado alrededor del mundo, ser mamá o tener una casa propia.  A eso le llaman éxito la mayoría de familias colombianas y quien no conquista esa cima no es otra cosa que un fracasado. Al acercarse la fecha en la que me subiría al tercer piso, no fue extraño tener insomnio, hacerme preguntas existenciales y caer en el juego de comparar expectativas versus realidad. ¿El resultado? No había nada chequeado en la lista. Una de las primeras canciones que me aprendí de pequeña fue Pies descalzos de Shakira. Repetía como mantra cada una de las estrofas y, en particular, se me quedó grabada esta frase en la memor